Entradas

Mostrando entradas de 2015

44 líneas para vos.

¿Cómo? Como si todo hubiera pasado en un segundo extraño. Extraño como me sentía en ese recuerdo. Recuerdo cuando todavía te estaba conociendo a vos. Vos y tu forma de hacer que todo sea dolor. Dolor, de ese que te hace querer volver. Volver al sentimiento de que quererte no duela. Duela o no, te quiero igual. Igual que ayer, igual que hoy. Hoy ya no sirve de nada. Nada tenemos. ¿Cuándo? Cuando vos me buscabas a mí por una sonrisa. Sonrisa que no quería mostrarte porque no quería. Quería solo a alguien que vos no. No era para nada culpa tuya. Tuya sí, era la idea de querernos así. Así terminamos llevándonos todo. Todo eso que vos querías sí, y que yo no. No, y ahora yo sí. Yo sí te quiero a vos. Vos no. ¿Dónde? Donde tan lejos te conocí. Conocí todo esto que no puedo describir o escribir. Escribir está bien, sólo si lo vas a leer. Leer lo que te digo ahora, me duele. Duele porque ya no hay lugar. Lugar donde vos y yo nos podamos encontrar. Encontrar todo

Capítulo 3. Mareos.

Abrí la puerta. No tuve dudas. Un grave error, ya que repetidas veces me habían dicho que tenía que fijarme antes de abrir. Que tenía que estar segura de que podía abrir la puerta, que cualquier extraño podía entrar sólo si yo le abría la puerta. El poder lo tengo yo.  Se compara con la mente, con el corazón, nadie entra si no abro la puerta. El grave error estuvo en no comprobar que era el cartero. Yo esperaba que fuese el, pero no, nada de carteros, era Peter. Cuando lo vi quise cerrar la puerta, y lo intenté, pero Peter ya me había visto, y era tarde, muy tarde. Entrecerré la puerta y me quedé un poco escondida para preguntarle que quería - Nada Julia, yo sólo quería saludarte, ver si estabas bien. Me quedé helada. No quería empezar con nada. Me alcanzaba mi vida como para entretenerme, no necesitaba a alguien preocupándose por como estaba o qué. - No entiendo para qué. Gracias por preocuparte, estoy bien, pero necesitaría que te vayas. - No podría-dijo- tengo miedo de que te

Suicidio.

- Es una estupidez.     Ella no para de repetírmelo. Yo no quiero hacerle caso. No me importa qué tan estúpido es lo que estoy a punto de hacer.  - Sí. -Contesté automáticamente.  - Pará con todo esto. No es necesario, sabés cuanto te quiero. - ella seguía dándome motivos para saltar de verdad.  Cada vez que miro abajo quiero saltar, sé que quiero, pero no sé que me detiene. No se ve fácil, es dar un paso más sólo eso, pero no lo consigo. Tengo la sensación de estar dejando atrás demasiadas cosas. Ella todavía llora. Es más que claro que no me importa, cuando todo se termine lo único que el cielo va a ver es a una joven estúpida, llorando, temblando de frío y de desesperanza, tan pequeña, sobre un simple edificio de 100 metros de altura, algo que no creo poca cosa. Es un buen lugar para morir, y un buena forma. 100 metros en el aire. 100 metros de caída. - En serio es una estupidez.  - Sé lo que es, y es mejor que lo que dejo. Entonces pensé en todo lo que encerraban mis palabr