Capítulo 3. Mareos.

Abrí la puerta. No tuve dudas. Un grave error, ya que repetidas veces me habían dicho que tenía que fijarme antes de abrir. Que tenía que estar segura de que podía abrir la puerta, que cualquier extraño podía entrar sólo si yo le abría la puerta. El poder lo tengo yo.  Se compara con la mente, con el corazón, nadie entra si no abro la puerta.
El grave error estuvo en no comprobar que era el cartero. Yo esperaba que fuese el, pero no, nada de carteros, era Peter.
Cuando lo vi quise cerrar la puerta, y lo intenté, pero Peter ya me había visto, y era tarde, muy tarde.
Entrecerré la puerta y me quedé un poco escondida para preguntarle que quería
- Nada Julia, yo sólo quería saludarte, ver si estabas bien.
Me quedé helada. No quería empezar con nada. Me alcanzaba mi vida como para entretenerme, no necesitaba a alguien preocupándose por como estaba o qué.
- No entiendo para qué. Gracias por preocuparte, estoy bien, pero necesitaría que te vayas.
- No podría-dijo- tengo miedo de que te quedes sola. Acá no, no es seguro.
- ¿Qué decís? No vengas más. Me cansaste. Apenas te conozco.
Tuve uno de esos ataques de enojo tan recurrentes. No había hecho nada y ya me había cansado de él.
- Pero Julia, es enserio. No podés quedarte acá.
- Peter, estoy en mi casa. No entiendo lo que me decís. Explicame, pero apurate, porque tengo mil cosas que hacer.
 Se desesperó. No sabía cómo hablar. Veía en su cara el temor de algo que viene, como al futuro, o temor a realizar un proyecto.
- Es muy largo, no sé si explicarte, si vas a creerme o no, pero necesito que confíes en mí ahora. Vení conmigo.
Cada palabra, la pronunció con determinación. Estaba nervioso, apurado. Me molestaba, no quería ir con él, no iba a confiar en alguien que apenas conocía.
-No, basta Peter. Andate. - Enojada cerré la puerta. Me había cansado de él.
 Mi día siguió normal. Traté de no pensar en lo que me había dicho Peter, fue raro, No entendía bien a qué se refería, pero seguramente es una persona complicada.
Llegó él a eso de las cinco de la mañana, como siempre tenía que estar yo despierta. (Siempre me pregunté por qué no contrata a alguien para eso) Vino borracho. Peor que nunca. Tenía un olor fuertísimo a vodka y algunas otras cosas más.
Puse un poco de café, él siempre toma café, aunque esté inconsciente. Esta vez lloraba por el café, era patético.
Aunque suene extraño, estas son las situaciones que más disfruto, es el único momento en que puedo reírme de las cosas que dice, al final al otro día no se acuerda que me descostillé de la risa por el estado en que se encontraba. Es horrible, pero es así. Es el día a día.
 A eso de las siete se quedó dormido, con ayuda de Debussy y un par de pastillas en su quinto café.
A las doce se levantó gritando. Cinco horas son poco para dormir. Me pidió agua y café. Antes de tener listo el café se quedó dormido otra vez, y no molestó hasta las dos de la tarde. El día fue tranquilo durante ese tiempo, me dediqué a lo mío, estuve mirando mis poemas, escribí uno también. Caí en la cuenta de que no estaba el dibujo. No sabía si ir a buscarlo o no.
Más tarde llamó mi hermana, a eso de las cinco, quería venir a buscarme para pasar el día conmigo.
Nada de día, si ya había pasado casi todo, pero igual le dije que venga, que necesitaba despejarme.
Iba a ayudarla con las tarjetas, todavía no se casaba y yo estaba agotada de los preparativos. Lo peor de todo es que todavía falta un mes.
Eran las diez, no vino nada. Odio cuando hacen eso, cuando te fallan porque sí. Que pocas ganas que me da la gente que se maneja así con los demás. Soy así, como de esas personas que llegan cinco minutos antes, que nunca se olvidan de pedir permiso, de agradecer, de pedir perdón, y los demás son tan constantes en eso de fallar que cansa un poco la vida. ¿Qué sentido tiene?
Creo que el señor se fue, ni me di cuenta cuando. Al final, no es tan molesto como parece. Hace la suya.
Sigo pensando en que me dejé el dibujo en el local de los jarrones. ¿O lo perdí en el bosque? Traté demasiado mal a Peter ayer, no creo que le guste que vaya para allá, pero el dibujo es mío, y después de un par de años ya le tomé cierto cariño, necesito tenerlo.
Es curioso. Los dibujos muestran mi aspecto actual. ¿Por qué no de más joven? ¿O de más vieja? No sé, es como que me resulta intrigante, pero al mismo tiempo es raro, ilógico. Da desconfianza. ¿Quién puede dibujar a alguien que no conoce?
Tengo que preguntarle a Peter. Es que nadie más va a poder responderme eso. ¿Cómo hace? Siempre quise aprender a dibujar, a él se le da bastante bien.
Quiero responder tantas preguntas, pero no voy a poder si no voy y le pregunto. No me da la cara. Tarada se puede ser siempre, así que le voy a preguntar. No pierdo nada, ¿o sí?

No sé cómo hice para llegar, pero llegué. El problema estaba después. Lo vi tan real que sentí que no lo iba a superar nunca. La imagen es extraña. No se como describirlo. Peter tirado en el pasto, como durmiendo una siesta. No podía entender bien nada hasta que me di cuenta que no se despertaba, que no respondía, que no abría los ojos. No estaba durmiendo. Estaba muerto. Le había sangrado mucho la pierna, parecía como si llevara ahí mucho tiempo. Sentí lástima. Sentí culpa. Sentí tristeza. Sentí algunas cosas que no sabía que podía sentir. Sentí también miedo.
¿Qué era lo que tenía que hacer ahora? ¿Cómo tenía que hacer? Odio encontrarme en la vida con situaciones nuevas, pero al final son las que más valen la pena de vivir.
Tenía varias opciones, o buscar el dibujo y después llamar a la policía o ambulancia, o al revés. No sé. Podía llevarme los dibujos, todos y esperar que alguien más lo encuentre así a Peter. Podía olvidarme de los dibujos y llamar a alguien que pueda ayudarme, o podía no hacer nada e irme. Estaba asustada, estaba rara ya de antes de llegar. ¿Qué podía hacer?
M fui, corrí al bosque otra vez. No escuché nada, tenía miedo. Quería saber que Peter estaba bien, no sé. Igual seguí corriendo, escapándome de todo lo que me puedo escapar en la vida. Y no servía. El miedo era más grande. Tenía que volver. Porque en el momento en que empecé a correr me di cuenta de que me escapo de todo lo que me pasa en la vida en lugar de enfrentarlo. Y no se si ese es el momento justo para empezar a enfrentar en lugar de escapar,pero, ¿Si no es ahora cuándo?
Decidí volver, buscar ayuda para Peter.
Cuando llegué otra vez ya no estaba. El pasto manchado de rojo estaba ahí, en frente al local de los jarrones. Como si nada hubiera pasado. No entendía nada. No se escuchó ni un solo ruido que pudiera ser de alguna ambulancia, o policía. Nada.
Tuve tanto miedo. No sabía qué hacer. Estaba cansada de sentir que me hundía cada vez más. Necesitaba sentarme a pensar, tranquilizarme, algo. Entré al cobertizo de los dibujos, de las carbonillas y los papeles gruesos. Enseguida me di cuenta de cuánto me gustaba ese lugar. No necesitaba nada mas que estar ahí, y Peter. Otra vez pensé en el, otra vez todas esas dudas sobre dónde estará. ¿Quién se lo llevó? ¿A quién puedo llamar?
Estaba llorando, no podía mas con nada. Acababa de conocerlo, lo odiaba y ahora lloro por él. Siempre soy tan ilógica.
Me tenía que ir a casa, no podía seguir perdiendo tiempo ahí, alguien se iba a enojar mucho. Me llevé algunos dibujos, muchos. No sé con qué permiso, pero en todo caso, todavía podía devolverlos.
Llegué a casa con un montón de papeles en la mano. Todos esos dibujos valían mucho para mí. ¿De vrdad era así? No se si estaba tan segura. Ya no sabía bien si tenía ganas de conservarlos, los guardé lo más ordenados y escondidos posible.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El motivo.

Es real.

Incertidumbre.