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Capítulo 2. Él.

Cuando estábamos a punto de llegar, una cuadra antes, le pedí que se fuera. No quería enojar a nadie. No quería hacer ningún tipo de lío. No es culpa mía haber dormido en el bosque. Tenía que hacer de cuenta como si jamás hubiera pasado nada. No sé por qué mi hermana se había ido. Ya en la puerta busqué entre las plantas la llave de emergencia, siempre estaba ahí. Pasé por la puerta intentando no hacer ruido. Pero por más ruido que hiciera, él ya estaba ahí esperando. Puse cara de confundida, de desorientada. - ¿Dónde estabas?- Sentado en la mecedora me miraba esperando una respuesta con todas sus justificaciones. De brazos cruzados y con los ojos serios, volvía a usar esa postura que tanto me aterraba. Tartamudeé un poco. -Eh, a.. ayer corrí a.. al bosque. Me... Caí. Me desperté hace un rato- agregué estas ultimas palabras un poco más confiada.- y caminé hasta acá, me duele la cabeza. Me parece que me golpeé fuerte.- quería cambiar de tema. - ¿Por qué al bosque? Prohibido. - Su ca

Capítulo 1. Razones.

Era tarde, ya casi las tres de la mañana, una noche como esas que dejan qué desear. Lluvia, trueno y relámpagos. Y para variar: estaba sola. Miré por la ventana y no podía soportar ver tanta agua corriendo. Me dolía la cabeza, quería seguir durmiendo, pero ya no podía, el ruido de la tormenta en las tejas me había despertado para no volver a dormirme. Cada minuto era mortal. Caminé hasta la puerta que no paraba de sacudirse por el viento. Cuando la abrí me arrepentí. Una ráfaga de viento voló uno de los jarrones viejos que había en la casa. No era importante, no era valioso, para nada, pero lo iba a extrañar creo, estaba acostumbrada a tenerlo ahí. Cerré la puerta y empecé a barrer los pedazos de cerámica color azul y ladrillo. Fue entonces cuando lo encontré. Un papel amarillento, con tinta que atravesaba de un lado a otro.  Se imaginan que la curiosidad me estaba matando. Era algo importante, quizá cambiaría mi vida, quizá no, pero ¿y si así lo hacía? Soy así, cualquier cosa por

El motivo.

Es increíble, es lo que sigue creyendo, todo este tiempo y no pasa nada, todos esos "Te quiero" y nunca nada, todos esos abrazos que comunican nada más ni nada menos que amor puro. Él transmite paz con su mirada y refleja armonía su sonrisa. Ella, con su equilibrio perfecto entre su mirada y su forma de caminar. Pero NADA. Todas esas noches en las que ella se dormía pensando el él y el en ella, cada vez que se veían en un colectivo, caminando por la calle, incluso cuando ellos decidían compartir un momento por su propia cuenta, y iban a hacer un día de pic-nic a aquellos prados en el medio de algún bosque. Cada canción que cantaban juntos. Todo era amor.  A ellos los unía la música, incluso, se conocieron mientras cantaban la misma canción. Eran tan iguales. Los dos creían en el amor eterno, los dos amaban vivir la vida, ellos sólo querían estar juntos. Claro que él jamás se lo dijo a ella y ella jamás se lo dijo a él. Y ese fue el error, jamás hablaban de lo que sentí