Suicidio.
- Es una estupidez. Ella no para de repetírmelo. Yo no quiero hacerle caso. No me importa qué tan estúpido es lo que estoy a punto de hacer.
- Sí. -Contesté automáticamente.
- Pará con todo esto. No es necesario, sabés cuanto te quiero. - ella seguía dándome motivos para saltar de verdad.
Cada vez que miro abajo quiero saltar, sé que quiero, pero no sé que me detiene. No se ve fácil, es dar un paso más sólo eso, pero no lo consigo. Tengo la sensación de estar dejando atrás demasiadas cosas.
Ella todavía llora. Es más que claro que no me importa, cuando todo se termine lo único que el cielo va a ver es a una joven estúpida, llorando, temblando de frío y de desesperanza, tan pequeña, sobre un simple edificio de 100 metros de altura, algo que no creo poca cosa. Es un buen lugar para morir, y un buena forma. 100 metros en el aire. 100 metros de caída.
- En serio es una estupidez.
- Sé lo que es, y es mejor que lo que dejo.
Entonces pensé en todo lo que encerraban mis palabras:
Ella. (simplemente ella)
Mis amigos. (algunos no valen la pena)
Mi madre. (siempre lejana)
El trabajo. (no es algo que vaya a extrañar)
Las promesas hechas hace tiempo. (esas si son un gran peso)
En fin: dejaba atrás una vida.
Ella vio en mis ojos la seriedad de mi decisión.
Casi imposible de describir, era una noche espléndida, el cielo despejado, las estrellas brillaban con más intensidad que nunca, era la noche perfecta para ser feliz, y ella estaba ahí tratando de convencerme. Pero no, cuando al fin comprendió aquello que yo venía sintiendo desde toda una vida, dio media vuelta y se fue, de a poco, con paso seguro, cuando llegó a la escalera que la llevaría hasta el primero de los 15 pisos de ese edificio sólo levanto la mano y dijo adiós.
Sólo quedaba saltar.
"Soy cobarde." pensé en ese momento, pero no era así, yo sabía que en realidad podía.
Y lo logré. Nada más salté. Fue simple.
La emoción del salto no invadió mi conciencia, vivía en cámara lenta este suicidio, este salto, este viaje.
Me sorprendí cuando dejé de caer, no para entraren contacto con el suelo y lograr mi objetivo, sino dejar de caer para empezar a flotar en el aire. Flotaba, sí, yo tampoco lo creía.
Entonces la vi llorar, por la ventana del pasillo del séptimo piso, ella estaba sentada en un banco, llorando.
Era por mí, yo lo sabía, escuchaba la intensidad de sus sentimientos, porque ella estaba conectada con migo, de alguna forma.
Entonces escuché por primera vez la voz.
<<Ella sólo te siente, espera verte bajar las escaleras y que le digas que no que no saltaste. Pero es tarde,estás en la burbuja, y no vas a poder escapar hasta que no veas lo que pasa.>>
- Sí. -Contesté automáticamente.
- Pará con todo esto. No es necesario, sabés cuanto te quiero. - ella seguía dándome motivos para saltar de verdad.
Cada vez que miro abajo quiero saltar, sé que quiero, pero no sé que me detiene. No se ve fácil, es dar un paso más sólo eso, pero no lo consigo. Tengo la sensación de estar dejando atrás demasiadas cosas.
Ella todavía llora. Es más que claro que no me importa, cuando todo se termine lo único que el cielo va a ver es a una joven estúpida, llorando, temblando de frío y de desesperanza, tan pequeña, sobre un simple edificio de 100 metros de altura, algo que no creo poca cosa. Es un buen lugar para morir, y un buena forma. 100 metros en el aire. 100 metros de caída.
- En serio es una estupidez.
- Sé lo que es, y es mejor que lo que dejo.
Entonces pensé en todo lo que encerraban mis palabras:
Ella. (simplemente ella)
Mis amigos. (algunos no valen la pena)
Mi madre. (siempre lejana)
El trabajo. (no es algo que vaya a extrañar)
Las promesas hechas hace tiempo. (esas si son un gran peso)
En fin: dejaba atrás una vida.
Ella vio en mis ojos la seriedad de mi decisión.
Casi imposible de describir, era una noche espléndida, el cielo despejado, las estrellas brillaban con más intensidad que nunca, era la noche perfecta para ser feliz, y ella estaba ahí tratando de convencerme. Pero no, cuando al fin comprendió aquello que yo venía sintiendo desde toda una vida, dio media vuelta y se fue, de a poco, con paso seguro, cuando llegó a la escalera que la llevaría hasta el primero de los 15 pisos de ese edificio sólo levanto la mano y dijo adiós.
Sólo quedaba saltar.
"Soy cobarde." pensé en ese momento, pero no era así, yo sabía que en realidad podía.
Y lo logré. Nada más salté. Fue simple.
La emoción del salto no invadió mi conciencia, vivía en cámara lenta este suicidio, este salto, este viaje.
Me sorprendí cuando dejé de caer, no para entraren contacto con el suelo y lograr mi objetivo, sino dejar de caer para empezar a flotar en el aire. Flotaba, sí, yo tampoco lo creía.
Entonces la vi llorar, por la ventana del pasillo del séptimo piso, ella estaba sentada en un banco, llorando.
Era por mí, yo lo sabía, escuchaba la intensidad de sus sentimientos, porque ella estaba conectada con migo, de alguna forma.
Entonces escuché por primera vez la voz.
<<Ella sólo te siente, espera verte bajar las escaleras y que le digas que no que no saltaste. Pero es tarde,estás en la burbuja, y no vas a poder escapar hasta que no veas lo que pasa.>>
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