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¿Dónde vive el sol?

Es la libertad de pintar y salirse de la línea. Es la libertad de cantar cuando quieras. Es la libertad del viento. Es correr descalza en la playa. Es llenarse de aire y gritar tan fuerte como puedas. Es correr en la lluvia con una sonrisa, pensando en vos. Las gotas de agua fresca en la mejilla. El viento en la cara soplando un poco de alegría Tu imagen en mi mente. Por primera vez siento que creo en lo que sé. Que digo lo que pienso, cuando me viene a la mente. Me siento libre. Tanto como para despreocuparme y dejarme caer. Tanto como para salir y empezar a correr. Llueve en mi. Tan... así. Desde el cielo para mí. Desde mí para el cielo. Todo llueve. Ya nada existe, todo se desarma. Se convierte ahora en gotas de lluvia. Agua limpia, que es vos. Soy yo. O los dos. ¿Dónde vive el sol? Hace tiempo que no lo veo. Mañana sale y todo empieza de nuevo. Un día brillo y al otro lluevo. Es correr en la lluvia, es seguir avanzando. La libertad y la alegr

Zapatos nuevos.

Tema trillado: La zona de confort.  Perdón, pero necesito decirlo: salí de ahí. YA. Como persona individual es fácil tomar esa decisión (relativamente fácil) te levantás un día y sentís que estás cansado.  Pero...¿Cómo? si acabo de despertarme, ¿Ya estoy cansada? Sí, ahí está el momento cuando te das cuenta de que estás harto de levantarte y sentirte acostumbrado, cómodo.  Tranquilo. Porque viene el momento de mi trabajo/universidad/día de la semana libre que me toca y sé lo que va a pasar despues y si no llega a haber algo externo que cambie mi día... sé también como va a terminar, a qué hora me voy a ir a dormir y con qué personas voy a hablar. El día que te cansás de esa seguridad de saber qué sigue... ahí es cuando te toca salir de esa zona de confort. Esa es la parte fácil.  La de saber cuándo. La pregunta complicada es la del cómo. ¿Cómo salgo? ¿A dónde voy? ¿Qué pasa si no puedo? ¿Y si me sale mal? Las respuestas son: como puedas, salí como puedas, la primera oportunid
Siempre contradicción Intranquilidad Desafios de la vida Miedo de extrañar. Caprichos de soledad. Sinceridad, advertencias. Cuanta carga llevan esos, Tus hombros de metal. No estés cerca No estés lejos Simplemente, dejame tranquila Con tu presencia. Dificil verte, dificil hablar. Pero asi y todo, quedate acá. Cuanta carga llevan esos. Tus hombros de metal. Cuanto amor supiste dar Aunque de piedra,  siempre presente Como montaña para caminar. No dice nada Pero está. Cuanta carga llevan esos Tus hombros de papá. "decime como vas a hacer" "te parece de verdad?" "cumplí con lo tuyo" Dejame en paz. Te cuestiono, Me preocupo De verdad. Cuanta carga llevan esos Tus hombros de metal, Que cuidan cada dia Y cada noche De siete cabezas Y una verdad.   La familia que querés  y que cuidas.  Pero hoy.  Dejame volar. Siempre contradicción Intranquilidad Desafios de la vid
Humanidad. Corre peligro dicen, la humanidad. Que la gente es cada vez menos humana.  Y más desalmada. Más solitarios todos, más desinteresados por lo que le sucede al otro.  Más cerrado cada uno en su propio mundo de intereses e importancias.   Y tristemente tengo que decir que sí. Que yo lo ví. Que todos los días lo veo, incluso, encarno en esta problemática que nos sucede.  Pero también vi esas chispitas de humanidad naciente. Chispitas brillantes. Muy intensas. Las vi en lugares, en personas, en gestos, y en miradas. Mi lugar preferido donde sé que siempre voy a poder encontrar humanidad: los ojos de mis abuelos. Orgullosa estoy de descender de personas que llevan tanto amor solo en la mirada. Y agradecida porque marcaron y guiaron mi vida. Abuelos paternos y maternos.  Sé que puede sonar tonto. Pero los abuelos llevan todo ese rasgo de humanidad que el mundo necesita. Y cada nieto puede verlo en los ojos de sus abuelos. Nada como esa humanidad. Otro lugar donde encontré

No me gusta quererte.

No me gusta quererte. No, porque me lastima y me mata. De a poquito. Al principio estaba bien, porque era ese estado de plenitud, de primavera, de nacimiento, de conocernos y aprender a ser mejores personas por el otro. Se sintió bien. Estaba bien. No.. ¿Qué digo bien? Era lo mejor que me pasó. Porque conocerte me cambió la vida. Así tan radical como suena. Me cambió la vida. Porque me enseñaste a mirar de otra manera el mundo. Aprendí tanto de vos. Y no me arrepiento. De lo que me arrepiento es de haberte querido tanto. Que quede claro. Solo me arrepiento de la intensidad de lo que siento. Porque quererte un poco hubiera estado bien. Pero así como te quise fue demasiado. Era todo tan lindo hasta que un día me di cuenta de que no ibas a estar ahí siempre, de que ibas a hacer tu vida lejos. Y ahí empezó a doler. Cuando no tenía ningún sentido seguir. Me pregunto en qué momento te di el poder para controlar mis estados de ánimo, mi predisposición, mi capacidad. Todo solo si estás
https://www.facebook.com/FuerteyValiente/ Nueva Página. Otra faceta, no solo escribo.

Personas.

Personas hay que te cambian la vida. No porque hagan cosas alrededor tuyo que alteren órdenes y estados de cosas. No. No es tan simple como un favor o una ayuda en algún asunto grande. No cambian al mundo, cambian la vida de uno. Es más bien una cuestión de enfoque, de enseñanza, de guía, de pequeños gestos pero constantes, de luchas que se hacen en compañía. Así, de esa manera, alguien te puede cambiar la vida para siempre. Quizás sin saber. Personas que nos enseñan a ver la vida con otros lentes, a entender a los demás en perspectiva. Nos prestan su mirada cuando estamos ciegos, y así nos explican esas cosas que no podemos ver. Nos ayudan a dar pasos gigantes. A ver los obstáculos como desafíos positivos y no como problemas insuperables. Y una vez que pasamos todo eso, cuando ya no somos los mismos de antes y crecemos y aprendemos y entendemos gracias a esas personas que nos cambiaron la vida ya está. Ya está, sí. Ya son personas que quedan en nuestra vida siempre. Y los

Desorden

Ese día me sentí incómoda. Estaba sola. Sentada estudiando. Y tenía mucho sueño. Esa sensación de que se te caen los ojos y que lo unico que querés es una almohada para caer ahí y no salir más. Pero no podía, no había almohada cerca. Corrí el cuaderno, las lapiceras y acurruqué el codo, para apoyar la cabeza. Y entonces me di cuenta. El bordecito de ese hueso que tenemos en la cabeza, la parte de la mejilla, chocaba con mi brazo, de una forma que sentía los huesos, de cualquier forma era una posición incómoda, como acostarse sobre un montón de ramas tapadas con tela. Se entiende lo que quiero decir? Sentía mis huesos, porque mi piel y mi carne eran tan finitos que me hacían sentir incómoda. Tiene que ser una ilusión, pensé. Entonces miré la pulsera que me habían regalado cuando cumplí 15. Tan grande me quedaba? No siempre había sido así. Miré mi cinturón, y el jean todo fruncido, que con cinturón y todo, igual se me caía cuando me levantaba. Mis dedos, huesudos. Casi podía v