El motivo.
Es increíble, es lo que sigue creyendo, todo este tiempo y no pasa nada, todos esos "Te quiero" y nunca nada, todos esos abrazos que comunican nada más ni nada menos que amor puro. Él transmite paz con su mirada y refleja armonía su sonrisa. Ella, con su equilibrio perfecto entre su mirada y su forma de caminar.
Pero NADA.
Todas esas noches en las que ella se dormía pensando el él y el en ella, cada vez que se veían en un colectivo, caminando por la calle, incluso cuando ellos decidían compartir un momento por su propia cuenta, y iban a hacer un día de pic-nic a aquellos prados en el medio de algún bosque. Cada canción que cantaban juntos. Todo era amor.
A ellos los unía la música, incluso, se conocieron mientras cantaban la misma canción. Eran tan iguales. Los dos creían en el amor eterno, los dos amaban vivir la vida, ellos sólo querían estar juntos.
Claro que él jamás se lo dijo a ella y ella jamás se lo dijo a él.
Y ese fue el error, jamás hablaban de lo que sentían el uno por el otro ¡Tenían tanto que decirse!
Cada uno dedicaba sus suspiros al otro, pero en el silencio, en el silencio de la mañana, de la tarde, de los mediodías, de aquellas noches de luna llena, en el silencio del corazón e incluso en la profundidad del alma.
Se dedicaban sonrisas, canciones, versos, ideas, incluso dedicaban sus pensamientos y sus sueños. Era mágico, para él ella era un ángel, para ella el era un sueño. Cada uno vivía lo que sentía en el silencio.
Nadie sabe por qué jamás dijeron lo que sentían, quizás sea porque sabían que jamás volverían a verse, quizás porque sabían que la distancia iba a ganar entre ellos.
Él quería empezar de nuevo, le era imposible seguir adelante con la imagen de ella en la memoria, estando lejos era peor, era más difícil, la extrañaba más, cada vez con más fuerza. Cuando volvió a decirle lo que sentía ella ya se había ido.
Había ido a buscarlo a él, pero se perdió en el camino, y aunque había dejado huellas a él le costó muchísimo encontrarla, abandonó su búsqueda después de un tiempo.
Mucho después se cruzaron por ahí, como aquellas veces en las veredas de las calles céntricas, como esos encuentros casuales en un colectivo o simplemente como cuando alguien va caminando por la calle y encuentra a un amigo que no ve hace mucho tiempo.
Se encontraron, se saludaron, se sonrieron, se observaron a los ojos mutuamente y descubrieron que la chispa todavía estaba ahí, pero así y todo volvieron a despedirse y cada uno siguió su camino.
No aprendían la lección, pero sucedió algo mágico, los dos voltearon al mismo tiempo, sólo cien metros los separaban, no era nada, pero era mucho, porque era lo que los separaba ahora, en el momento en que ellos más deseaban expresar lo que sentían, ella corrió hacia él, él por su parte hizo lo mismo. Se encontraron ahí se volvieron a abrazar y en el momento perfecto él la besó.
- Tantos años esperando por algo así. - dijo ella, sonriendo y volviendo a besarlo.
- No iba a dejar pasar otra oportunidad.- El sonrió y volvió a abrazarla.- No me dejes nunca, no sabes cuanta falta me haces.
- Vos tampoco me dejes. Te amo, desde el primer día que te escuché cantar a mi lado, desde la primera vez que sonreíste, desde la punta de tu cabeza hasta la punta de tus pies, amo cada parte de vos, lo que se ve y lo que no, lo bueno y lo malo, lo lindo y lo no tan lindo. Simplemente sos lo que a mi me hace bien. No necesito nada más que vos.
Volvieron a besarse, la gente caminaba a su lado ignorándolos, no conocían su historia, pero ellos sí, y la sentían y eso era suficiente motivo para estar juntos para siempre.
Pero NADA.
Todas esas noches en las que ella se dormía pensando el él y el en ella, cada vez que se veían en un colectivo, caminando por la calle, incluso cuando ellos decidían compartir un momento por su propia cuenta, y iban a hacer un día de pic-nic a aquellos prados en el medio de algún bosque. Cada canción que cantaban juntos. Todo era amor.
A ellos los unía la música, incluso, se conocieron mientras cantaban la misma canción. Eran tan iguales. Los dos creían en el amor eterno, los dos amaban vivir la vida, ellos sólo querían estar juntos.
Claro que él jamás se lo dijo a ella y ella jamás se lo dijo a él.
Y ese fue el error, jamás hablaban de lo que sentían el uno por el otro ¡Tenían tanto que decirse!
Cada uno dedicaba sus suspiros al otro, pero en el silencio, en el silencio de la mañana, de la tarde, de los mediodías, de aquellas noches de luna llena, en el silencio del corazón e incluso en la profundidad del alma.
Se dedicaban sonrisas, canciones, versos, ideas, incluso dedicaban sus pensamientos y sus sueños. Era mágico, para él ella era un ángel, para ella el era un sueño. Cada uno vivía lo que sentía en el silencio.
Nadie sabe por qué jamás dijeron lo que sentían, quizás sea porque sabían que jamás volverían a verse, quizás porque sabían que la distancia iba a ganar entre ellos.
Él quería empezar de nuevo, le era imposible seguir adelante con la imagen de ella en la memoria, estando lejos era peor, era más difícil, la extrañaba más, cada vez con más fuerza. Cuando volvió a decirle lo que sentía ella ya se había ido.
Había ido a buscarlo a él, pero se perdió en el camino, y aunque había dejado huellas a él le costó muchísimo encontrarla, abandonó su búsqueda después de un tiempo.
Mucho después se cruzaron por ahí, como aquellas veces en las veredas de las calles céntricas, como esos encuentros casuales en un colectivo o simplemente como cuando alguien va caminando por la calle y encuentra a un amigo que no ve hace mucho tiempo.
Se encontraron, se saludaron, se sonrieron, se observaron a los ojos mutuamente y descubrieron que la chispa todavía estaba ahí, pero así y todo volvieron a despedirse y cada uno siguió su camino.
No aprendían la lección, pero sucedió algo mágico, los dos voltearon al mismo tiempo, sólo cien metros los separaban, no era nada, pero era mucho, porque era lo que los separaba ahora, en el momento en que ellos más deseaban expresar lo que sentían, ella corrió hacia él, él por su parte hizo lo mismo. Se encontraron ahí se volvieron a abrazar y en el momento perfecto él la besó.
- Tantos años esperando por algo así. - dijo ella, sonriendo y volviendo a besarlo.
- No iba a dejar pasar otra oportunidad.- El sonrió y volvió a abrazarla.- No me dejes nunca, no sabes cuanta falta me haces.
- Vos tampoco me dejes. Te amo, desde el primer día que te escuché cantar a mi lado, desde la primera vez que sonreíste, desde la punta de tu cabeza hasta la punta de tus pies, amo cada parte de vos, lo que se ve y lo que no, lo bueno y lo malo, lo lindo y lo no tan lindo. Simplemente sos lo que a mi me hace bien. No necesito nada más que vos.
Volvieron a besarse, la gente caminaba a su lado ignorándolos, no conocían su historia, pero ellos sí, y la sentían y eso era suficiente motivo para estar juntos para siempre.
Quería comentarte una curiosidad:
ResponderEliminarMi blog es escribiryvolarvanjuntos.blogspot.com.es y una de mis personajes se llama VALERIA, sé que una simple casualidad, muy extraña pero nadie sería capaz de encontrarla. Espero que si le echas un vistazo, te sorprendas tanto como yo.
Por cierto, escribir fenomenal.