Capítulo 2. Él.

Cuando estábamos a punto de llegar, una cuadra antes, le pedí que se fuera. No quería enojar a nadie. No quería hacer ningún tipo de lío. No es culpa mía haber dormido en el bosque. Tenía que hacer de cuenta como si jamás hubiera pasado nada. No sé por qué mi hermana se había ido.
Ya en la puerta busqué entre las plantas la llave de emergencia, siempre estaba ahí. Pasé por la puerta intentando no hacer ruido. Pero por más ruido que hiciera, él ya estaba ahí esperando. Puse cara de confundida, de desorientada.
- ¿Dónde estabas?- Sentado en la mecedora me miraba esperando una respuesta con todas sus justificaciones. De brazos cruzados y con los ojos serios, volvía a usar esa postura que tanto me aterraba. Tartamudeé un poco.
-Eh, a.. ayer corrí a.. al bosque. Me... Caí. Me desperté hace un rato- agregué estas ultimas palabras un poco más confiada.- y caminé hasta acá, me duele la cabeza. Me parece que me golpeé fuerte.- quería cambiar de tema.
- ¿Por qué al bosque? Prohibido. - Su cara, su postura y su mirada, no cambiaban.
- No sé, fue algo raro. - No quise seguir hablando. Una puntada de dolor me invadió. La cabeza de verdad me estaba estallando. Casi caigo desmayada en frente suyo. Odiaba tener que darle explicaciones tontas por todo.
Odiaba esto que me había tocado en la vida. ¿Por qué fingir que era feliz así? ¿Quién había dicho cómo tenían que ser las cosas? Ni mi hermana es mi hermana. Nunca supe quién era mi verdadero padre. No tengo más a mi mamá, desde que tengo siete años que la perdí. Éste que tanto controla todo lo que hago no sé ni quién es. Lo único que tengo en claro es que esta casa era de mi abuela, la verdadera. Mi mamá vivía con ella y mi abuelo, que falleció cuando mi mamá era joven.
Yo acá estoy, intentando adivinar cómo pude llegar a este punto. Tratando de saber quién es éste que tanto me odia.
¿Por qué mi vida está plagada de desdichas? No creo tener la culpa. Parece que alguien lo quiso así, voy a tener que aprender lo que pueda de lo que sea que me pase.
El problema está en que estoy cansada de correr, de cumplir, de llegar exactamente como tiene que ser. Es la combinación de todo, Es intentar llegar a la perfección para algo que me queda imperfecto, ese algo que podria llamarse mi vida. Todo está mal.
No hay un día en que no viva una tormenta.
Por suerte hoy es un día de esos que se vuelven livianos y simples, como un viernes en la vida de personas normales, eso es hoy para mí. El día en que él se va y me deja una lista de tareas simples, casi siempre relacionadas con limpiar la casa, preparar comida para congelar, ordenar los papeles y demás. Son los días mas tranquilos que puedo tener. Hoy por ejemplo tengo que recibir un paquete- de esos que recibe siempre, tan misterioso-  y decirle al cartero que venga mas tarde así "mi papá" le paga. Tengo que darle de comer a mis mascotas (es una de las pocas cosas que tengo permitidas en esta casa) y juntar los tantos papeles que vienen llegando desde el cielo con palabras de insulto y odio. Algo a lo que él ya está acostumbrado desde el principio de su carrera.
 Vive matando, comprando complicaciones, atrayendo problemas. Es algo complicado de explicar. Se dedica a la mafia, pero nadie sabe exactamente a qué. Se va a distintos países, persigue a distintas personas hasta que por fin acaba matándolas. Escuché una vez, desde el otro lado de la puerta que tenía inmunidad en casi 78 países.
No sé exactamente a qué se dedica, pero es alguien importante, y la mitad de su trabajo se trata de mantenerme ocupada. de no dejarme vivir.

Escuché que sonaba el timbre y supuse que era el cartero, salí de mis pensamientos tortuosos y me levanté, justo había terminado de limpiar una colección de proyectiles de todo tipo.












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