Incertidumbre.

 Mi contradicción más grande es la de no creer en el futuro y sin embargo vivir por y para lo que vendrá.

No existe el futuro. ¿Qué es eso?  Existe lo que sucedió (o no, quizás ya no existe) y existe el ahora, lo que sucede.

Pero el futuro es una incógnita inmensa, que no tiene forma ni tamaño. El futuro es el resultado de la suma de nuestro ayer y nuestro hoy. Todo lo que hicimos hasta ahora y lo que hagamos hoy en conjunto, da como resultado el futuro. 

Y son esas dos variables que se suman, las que modifican el futuro, que es siempre hipotético y variable.

Hoy modifico un futuro que todavía no existe.

¿Cómo sé entonces que lo estoy modificando? ¿Cómo sé que no estaba destinado a ser así?

¿Quién se anima a afirmar que ha modificado su futuro? ¿Es un error el creer que somos nosotros los que influimos en nuestro propio mañana?

Personalmente, tengo que decir que tengo miedo de lo que vendrá. Mucho miedo. Nunca se sabe. Al mismo tiempo tengo la sensación de que no importa lo que haga o modifique de mi comportamiento y costumbres, mi futuro está haciéndose presente cada día sin variaciones sobre lo que tenía que ser.  Porque mi hoy se siente como predestinado. Lo que significa que no he podido hacer nada para evitar mi presente.

Lo que significa que no hay nada que pueda hacer para evitar el mañana como viene.

Y sin embargo, mi labor diaria está centrada en trabajar para el futuro. Y lo hago a nivel emocional, espiritual, económico, profesional, etc.


¿Por qué? ¿Es ése mi intento de autodefensa contra la incertidumbre?

¿Es acaso ese creer que tengo cierto control sobre lo que suceda conmigo en este mundo de almas abandonadas a su suerte, lo que me motiva a ser y a hacer?

Funciona de alguna manera. Y al mismo tiempo es tan contradictorio que desestabiliza cada vez que reflexiono sobre ello. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Capítulo 2. Él.