Gratitud

Falta poco para ese día en que las falsas gratitudes van a salir a fotografiarlo todo.
Ese día en que finalmente podamos salir de nuestros lugares. Lugares que muchas veces son nuestras casas, pero otras veces son refugios para los que no tienen hogar, camas de hospitales para los enfermos, y en algunos casos, nuestros lugares son la bata de médico, el trabajo incansable para permitir que los demás puedan quedarse en sus casas.
Como decía, falta poco para ese día. Las autoridades nos van a decir que podemos y una gran mayoría de nosotros vamos a correr desesperados a sacarle fotos al aire libre. Si, al aire.
Y esa parte de nosotros, la sociedad, va a mirar con brillos en los ojos una brisa, un poco de agua, una montaña, una plaza, un grupo de gente. Y con entusiasmo y emoción van a sacarle foto a lo que huela más fuerte a libertad.
Después de la captura va a aparecer la falsa gratitud : gracias autoridad (la que corresponda según la parte del mundo en que vivimos), gracias estación del año (la que corresponda según el hemisferio), gracias médicos (sin agradecerlo realmente, le van a dedicar algunos me gusta y algunos aplausos), gracias manta por acompañarme, gracias servicio de delivery por traerme comida... Y así un largo etcétera. Escrito. Una gratitud que busca algún puñado de reacciones en redes sociales. Y ya. Alcanzados los 'me gusta' y 'compartido por', la gratitud logra su finalidad.


Y no critico que agradezcan. Me parece honorable. Lo que me molesta es que la gratitud les va a durar ese día, a los más entusiastas esa semana.

Ya no hay reacciones en redes, ya no hay memes sobre el tema, ya no me importan los médicos, ni las familias de las víctimas del virus, no me importa más. Ya no me interesa la contaminación, los salarios injustos a los trabajadores de la salud, la solidaridad con el otro. Ya no me importa porque, obvio, nadie le va a dar like a eso.

Pero, vieron ese pasto que crece en la esquina? No lo veía hace meses.  Y ahora crece distinto.  Y ¡hey! volví a comer lemonpie, y ya estoy trabajando (en el mejor de los casos). Eso es más importante... Mi vida volvió a la normalidad van a decir.

Normalidad... la de no mirar al otro. La normalidad de la comodidad del propio ombligo. La que ve todo como justicia mientras no les afecte directa y personalmente.  Y mientras tanto los médicos van a seguir siendo poco valorados, los políticos sobre-valorados, la contaminación no contemplada, Dios creído ausente, personas sin techo ni comida apartados de la vista, los medios van a seguir comunicando lo que promueva a desoír las injusticias.

Y entonces las falsas gratitudes van a seguir ganando, y un tiempo después cuando todo esto del coronavirus quede solamente como un capítulo en la historia del planeta, solo unos pocos van a acordarse de la verdadera gratitud: el que decidió estudiar medicina, el que decidió emprender campañas para cuidar el medio ambiente, el que abrió un comedor para chicos, el docente que enseñó a devolver algo al mundo en agradecimiento por la lección de vida.

Es una locura lo que estamos viviendo. Ojalá después de esto tenga la oportunidad de quedarme del lado de las verdaderas gratitudes.




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