Como río.
Tengo adentro una sensación de sensaciones.
No sé decir, si es una correntada, como un río,
O si es un remolino que gira sobre sí mismo,
Es decir, si es un curso de emociones, con destino final,
O un revuelto de miedos y penas que se alimentan de sí.
No sé identificar si todo lo que me pasa, algo que pasa.
O lo que da vueltas, no pasa, simplemente gira y se queda.
Activo. Girando. Sobre sí mismo.
Aremolinando todo. Toda mi percepción.
Pasajero o situado, río o remolino. Con destino o sin él.
Me gusta creer, elijo creer, que tiene causa. Que es un río.
Que va a pasar. Que fluye. Que todo tiene un sentido.
Un curso con causa.
Pero en mi creer, me pregunto.
¿Y las idas y vueltas?
¿Y la sensación de que está pasando otra vez?
¿No es eso un remolino que trae de nuevo lo mismo de la última vuelta que dio?
Lo mismo del último irse.
Los ríos no hacen eso, no vuelven sobre sí mismos.
Mis emociones sí.
Pero igual, quiero creer que fluyen como un río,
un cauce quizás sinuoso (eso explicaría la sensación de ida y vuelta),
que en algún momento se renueva,
que en algún momento tiene agua nueva.
Me gusta creer que puedo sentir cosas nuevas.
Que no se trata de un reciclado de heridas, amores fallidos y miedos sin abrazos.
Necesito creer que eso se puede ir, salir de mí como un río.
Aunque solo se tratara de un río lento, simple,
que desemboca en lágrimas de a dos o tres por noche.
De esas pequeñas gotas que se van de mí cuando pueden.
Aunque tarde mil noches en llorarlo todo.
Necesito creer que es porque lo que fluye, fluye como río.
Un cauce con causa.
Comentarios
Publicar un comentario