Lo que pincha y se hace incómodo de abrazar.
¿A alguien le pasó en la niñez que les presentaron a un tío o a un amigo de sus papás que tenga una barba pinchuda de esas que tienen tres días de edad?
Y uno como pequeño orgullo del padre o de la madre tenía que ir con los buenos modales a saludar. Porque las reuniones familiares tienen también un poco de eso.
Y ayyy la barba. Como nos reimos entre hermanos primos y amigos de la infancia, expresando lo incómodo de la barba que pincha cuando te saludan.
Lo más interesante es que quizás ese momento duraba solo dos segundos. Pero la sensación de que algo pincha se queda por un rato. Y el compartirlo con los demás lo hace sentir más llevadero. Y bue', ya fue, es una barba. Cosas que pasan.
Hoy me puse a pensar en otras cosas. Hace días que vengo reflexionando sobre el tema de la autoimagen. Mi autoimagen está totalmente desfasada de la imagen que otros tienen sobre mí.
Mi yo subjetivo desde adentro, mi yo subjetivo desde afuera y mi yo objetivo. Son tres Yos, totalmente diferentes. Hay cosas que yo no veo de mi y otros sí , hay cosas que otros no ven de mí y yo si, y hay cosas a las que ni yo ni los demás percibimos. Ayer hablaba sobre esto con dos personas que me conocieron en el último año, y con quienes soy sincera y abierta, y sin embargo no conocen mi yo. Ese yo que solamente yo conozco. Y me describían con palabras que no me hicieron sentir identificada, no en un primer momento. Antes de dormir me quedé masticando un montón de palabras y pensares, tratando de explicarme a mí misma cómo es que era posible que mi autoimagen sea tan distinta de lo que ven los demás.
Y ya en los siguientes días empecé a hacer conciencia sobre las actitudes que externalizo, y las que se quedan adentro para mi autoimagen. Y pude entender mucho de ese desfase y al mismo tiempo a qué se referían los demás con todo lo que dijeron de mi Yo. Entonces me acordé de ese tío con barba pinchuda al que era tan incómodo abrazar o saludar. A veces nuestro desfase se trata de eso. A mi yo, le saqué la barba para poder abrazarme. Para que sea más cómodo ser conmigo misma. Y es lo que los demás perciben. Pero en el fondo también hay ciertos dolores emocionales, ciertas angustias y dudas que pinchan, que cuesta abrazar. Como dije, compartirlo con los demás lo hace más llevadero.
¿A quien le gusta abrazar heridas? A mí no. Yo lo que quiero es sanarlas. Pero bueno, cosas que pasan. Mientras tanto, mientras se curan, toca abrazar lo incómodo, con brazos que cultiven la autoaceptación y la autoconfianza.
Sencillamente maravilloso este texto.
ResponderEliminarGracias Luis! Buen camino y abrazo grande!
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