Confieso.
A veces hablamos, y decimos, como si fuera normal. Pero hoy me interesa confesar algo. Ponerle ese título le da un marco de seriedad. Sin embargo lo que voy a confesar no es grave, ni malo, sino una proclamación, una revelación de algo que me llena aveces, y me vacía otras.
Confieso arte. Confieso arte. Confieso ARTE.
Confieso que aveces, cuando te pensaba escribía tu nombre casi pintando una caligrafía detallada.
Confieso, otras veces en la soledad de una casa grande y vacía entoné a todo pulmón "O mio babbino caro", con la voz de María Callas de fondo.
Confieso haber sentido el mayor de los placeres el día que logré jugar con dos acordes en la guitarra.
Confieso que miré una de tus fotos y copié de ahí un dibujo realista... o tres, o cuatro.
Confieso que aveces, en esas tardes de otoño, caminando calles vacías o apoyando la cabeza en ventanas heladas de colectivos hablaba para mis adentros, pensando en escribir. Me conté infinitas historias.
Confieso haber escrito, pensando sólo en vos como lector. Confieso que también escribí pensando en otros.
Confieso haber bailado. Dibujé lineas y ritmos en el espacio, sin más motivación que bailar.
También confieso haber pintado un cuadro. Y sobre esta pintura otra, y otra.
Confieso mis enojos y rabias, que se pueden ver hoy en esa madera tallada que sigue por ahí en algún rincón.
Confieso personajes, actuaciones en las que me sentí tan interpelada, que pude ser alguien otro.
Confieso mis fracasos con instrumentos. Objetos mágicos que son capaces de tanto, siempre que los sepamos tratar. No me arrepiento de los intentos.
Confieso haber dejado de intentar, perder la inspiración, abandonarla en un violín, en un borrador, en un dibujo a medias. Sin embargo, confieso haber encontrado esa inspiración lejos de donde la dejé, en una mirada, en un atardecer, en un basural, en un gesto, en un viaje.
Confieso que (y esto es una confesion que implica al arte) me enredo en sentimientos, la vida me hace caer en esas trampas. Que de esa experiencia nace lo que soy. Que siento que a pesar y gracias a todo, lo que hoy doy es un poco de arte.
Confieso mi fuerza. Tengo fuerza. Una fuerza que transforma la experiencia en dibujo, en canción, en escritos, en pintura, en libertad.
Confieso arte. Confieso arte. Confieso ARTE.
Confieso que aveces, cuando te pensaba escribía tu nombre casi pintando una caligrafía detallada.
Confieso, otras veces en la soledad de una casa grande y vacía entoné a todo pulmón "O mio babbino caro", con la voz de María Callas de fondo.
Confieso haber sentido el mayor de los placeres el día que logré jugar con dos acordes en la guitarra.
Confieso que miré una de tus fotos y copié de ahí un dibujo realista... o tres, o cuatro.
Confieso que aveces, en esas tardes de otoño, caminando calles vacías o apoyando la cabeza en ventanas heladas de colectivos hablaba para mis adentros, pensando en escribir. Me conté infinitas historias.
Confieso haber escrito, pensando sólo en vos como lector. Confieso que también escribí pensando en otros.
Confieso haber bailado. Dibujé lineas y ritmos en el espacio, sin más motivación que bailar.
También confieso haber pintado un cuadro. Y sobre esta pintura otra, y otra.
Confieso mis enojos y rabias, que se pueden ver hoy en esa madera tallada que sigue por ahí en algún rincón.
Confieso personajes, actuaciones en las que me sentí tan interpelada, que pude ser alguien otro.
Confieso mis fracasos con instrumentos. Objetos mágicos que son capaces de tanto, siempre que los sepamos tratar. No me arrepiento de los intentos.
Confieso haber dejado de intentar, perder la inspiración, abandonarla en un violín, en un borrador, en un dibujo a medias. Sin embargo, confieso haber encontrado esa inspiración lejos de donde la dejé, en una mirada, en un atardecer, en un basural, en un gesto, en un viaje.
Confieso que (y esto es una confesion que implica al arte) me enredo en sentimientos, la vida me hace caer en esas trampas. Que de esa experiencia nace lo que soy. Que siento que a pesar y gracias a todo, lo que hoy doy es un poco de arte.
Confieso mi fuerza. Tengo fuerza. Una fuerza que transforma la experiencia en dibujo, en canción, en escritos, en pintura, en libertad.
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