Desmotivación.

 La desmotivación la puedo explicar hoy. 

En ese momento en que mi inspiración 

me lleva a escribir textos 

sobre él, sobre la vida, sobre la libertad. 

En ese momento. 

En que muchos textos se van escribiendo al mismo tiempo 

y ninguno tiene todavía un punto final. 

En ese maldito preciso momento.  

En que nada tiene todavía  conflicto ni desenlace.  

EN ESE MALDITO MOMENTO:

me llega su mensaje con errores de ortografía.  

Lo siento. Pero para mí eso se llama desmotivación.  

Cuando un escritor se pre-iluusiona.  

Cuando un teclado empieza a hacer más ruido que antes.  

Cuando las hojas en blanco se empiezan a llenar.  

Cuando en el medio de ese revuelto de emoción inspiración e ilusión se siente el gusto de escribir. 

Y de repente

Haber, a ver, qué más da, son lo mismo no? 

Ojalá no hubiera nacido inspiración alguna.  

Ojalá no quedaran textos a medias.  

Esos textos a medias se transforman en hijos de un divorcio. 

Hay que terminar de criarlos, madurarlos. 

Pero el escritor ya no quiere, y el progenitor ausente tampoco inspira.  

Los textos sin terminar se vuelven eso que el escritor ya no quiere ni leer.  

De ninguna manera intentar continuarlos.  

¿Existirá un centro de adopción de textos nacidos en inspiraciones como esta? 

Textos hijos de divorcios inspiracionales.  

Textos que puedan ser adoptados por otros escritores, que no miren la esencia de la inspiración 

sino el fruto que puede madurar.  Escritores adoptivos que visualicen el texto a futuro. 

Escritores rescatistas que adopten textos 

Sin título, sin desenlace, sin forma definida, 

pero textos al fin

textos que de alguna manera un día 

tuvieron un impulso motor.  

Textos que estaban destinados a ser más que un borrador.  




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